domingo, 7 de septiembre de 2025
Análisis
La guerra de aranceles de Trump unificaron a Rusia, China e India como un bloque geopolítico
Tener peso, estatus e influencia les da permiso para establecer normas e instituciones que desafían la hegemonía occidental, aunque pervivan tensiones y/o desconfianzas
4 de septiembre, 2025
Por: Polianalítica
En un mundo marcado por una creciente devaluación del multilateralismo occidental y con una fuerte presencia de la multipolaridad más que como un fenómeno propio del avance de los tiempos, resultado de un cúmulo de insatisfechas situaciones, las presiones de Estados Unidos por recuperar su peso, estatus e influencia, han fortalecido a actores con capacidades importantes para desafiar el orden internacional, y quizás para rehacerlo a su manera, como quedó demostrado en la 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái.

Los días de la multilateralidad, esa que fue sinónimo de un “orden” basado en reglas, ha pasado a una multipolaridad desbalanceada, que aunque parezca una adjetivación, realmente describe el estado en el que se encuentran signadas las relaciones internacionales, fuera del mando que ejercía Washington hasta principios de siglo, donde actores con distintas capacidades compiten con los principales actores globales que son Estados Unidos, Rusia y China, a veces en contra, y no sin dejar de presentarse también en espacios para danzar por una convergencia de intereses.

Sin embargo, la cumbre celebrada en Tianjin, demostró que en política la imprudencia tiene resultados negativos, al tener de nuevo a China junto a Rusia, incluso, a India, un rival histórico del gigante asiático, emergiendo como un bloque geopolítico dentro de un escenario global, que contrasta con las políticas arancelarias emanadas de la Casa Blanca, que no parece considerar de inevitable alarma lo que está pasando en la disputa por dominación, hegemonía y primacía del tablero internacional.

En consecuencia la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), permite considerar algunas cosas puntuales:

El primero, la fortaleza institucional y la autonomía estratégica frente al deseo estadounidense de reanimar la unipolaridad como estructura del Sistema Internacional, abogando por reformas urgentes a instancias como la Organización de Naciones Unidas, para dar participación a los países en desarrollo, desafiando una gobernanza global liderada por Washington, sumado a una autonomía decisional, basado en el principio del consenso, que aunque parece complejo alcanzarlo, permitió a los miembros alinearse en temas claves sin presión externa de Occidente.

Un segundo aspecto es la cooperación en seguridad regional contra el terrorismo y la inestabilidad, que no son los propósitos, fines, y mucho menos principios que disponen activar el recetario de aranceles de la administración republicana, sino que efectivamente es el trabajo en múltiples aristas, de los Estados miembros de la OCS para abordar la condena unánime a dobles raseros, y una crítica indirecta a las políticas selectivas de Estados Unidos y sus principales aliados, mejorando el enfoque en los temas que ordenan la agenda internacional como eje temático y/o de trabajo.
 
Un tercer punto, la conectividad económica y energética frente a los aranceles, trabajar desde instancias como el denominado “club energético”, creado en 2013 por Rusia, Irán y Kazajistán como principales productores en un comercio que tiene consumidores como China, India y Pakistán, en materia de energía, y del que vale la pena decir, solo el 20% de las reservas mundiales de petróleo y 44% de gas natural tras la incorporación de Irán, blindan a este bloque de las volatilidades globales y las sanciones occidentales.

Por otra parte, no se olvide el papel central de lograr la desdolarización de la economía mundial, cuyo brazo ejecutor es el propuesto Banco de Desarrollo de la OCS, con una partida de préstamo inicial de 1.400 millones de dólares en moneda de los países miembros, aunque India parece escéptica.

En cuarto lugar, la diplomacia multipolar y la gobernanza tecnológica, ha sido otro de los propósitos que en la cumbre se posicionó, para buscar un desarrollo “igualitario”, teniendo como punto de importancia crítica y/o partida, el papel de la Inteligencia Artificial, rechazando los monopolios estadounidenses y la competitividad de aranceles proteccionistas por corredores físicos y digitales “transfronterizos” de conectividad, tal como enmarcó India, pese a su cautela y sesgo contra la iniciativa de la Franja y la Ruta de Seda que impulsa China.

Finalmente, en un mundo de cambios, la pérdida de control de ambiente y resultado, es de los más graves problemas que los Estados pueden tener, no saber evolucionar y adaptarse a nuevas situaciones, más si estos son imperios, así como no reconocer que los amigos del ayer pueden no ser los del presente, induce a una pérdida sustancial de su proyección exterior; y cuando se es rector de un Estado/Imperio, cooperación, seguridad colectiva, y economía, importan mucho más que unilateralismo, aranceles, sanciones y espejismos del pasado, porque la capacidad creciente de nuevos actores de incidir, tener peso, estatus e influencia les da permiso para establecer normas e instituciones que desafían la hegemonía occidental, aunque pervivan tensiones y/o desconfianzas.

Así las cosas, de los aranceles de Trump a la unión de Rusia, China e India: un bloque geopolítico. 
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