En una alocución de la semana pasada el presidente Maduro ha recurrido al concepto de la
“República en Armas” como respuesta ante la hipótesis de una intervención militar extranjera en Venezuela. Si bien el término no forma parte de la arquitectura constitucional ni de un cuerpo doctrinario formal de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), su invocación se inserta en un
marco histórico e ideológico más amplio: la tradición de resistencia popular armada vinculada al pensamiento de
Simón Bolívar y a doctrinas contemporáneas como la
“guerra de todo el pueblo” desarrollada en Cuba.
Desde esta perspectiva, el análisis del concepto debe considerar tres dimensiones: la herencia bolivariana, la interpretación militar y política que hace el chavismo, y los límites estructurales de su viabilidad práctica.
Bolívar y la concepción de un pueblo en armas
Simón Bolívar comprendió la independencia como un proceso en el que la movilización popular armada resultaba indispensable. En el Discurso de Angostura (1819), afirmaba que “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” (Bolívar, 1819), subrayando la necesidad de educar y movilizar a la sociedad para sostener la libertad recién conquistada. En otras ocasiones, Bolívar exaltaba la transformación de comunidades enteras en ejércitos insurgentes, como ocurrió con los Llanos bajo el mando de Páez o con la participación campesina en la Campaña Admirable.
Asimismo, en la Carta de Jamaica (1815), Bolívar planteaba que la lucha contra los imperios no podía depender de fuerzas externas, sino de la organización interna: “un pueblo que ama la libertad al fin será libre” (Bolívar, 1815). Esta visión, que articulaba independencia política con resistencia armada, constituye un antecedente histórico fundamental de lo que en el discurso chavista se presenta hoy como “República en Armas”.
La apropiación chavista del ideario bolivariano
El chavismo, desde Hugo Chávez, ha reivindicado la figura de Bolívar no solo como símbolo, sino como fundamento doctrinario del poder popular armado. La Constitución de 1999 ya introdujo elementos de participación militar ciudadana al reconocer el carácter popular de la FANB. Bajo Maduro, este principio se amplió con el fortalecimiento de las milicias bolivarianas, presentadas como expresión directa del pueblo en armas.
Cuando Maduro convoca a la “República en Armas”, no solo recurre a una estrategia militar de resistencia irregular, sino que intenta legitimar esa estrategia en clave bolivariana: así como Bolívar movilizó a pueblos enteros contra un imperio, Venezuela, según el discurso oficial, estaría llamada a resistir a cualquier potencia extranjera mediante una movilización total de la ciudadanía.
Este marco narrativo sitúa al chavismo como continuador de la gesta emancipadora, justificando tanto la expansión del aparato militar popular como la necesidad de cohesión interna frente a un enemigo externo.
La dimensión militar: doctrina de resistencia
En términos estrictamente militares, la “República en Armas” se vincula con la doctrina de la guerra asimétrica. Inspirada en experiencias como la resistencia vietnamita y la doctrina cubana de la “guerra de todo el pueblo” (Rodríguez, 1981), busca que el país se convierta en un espacio ingobernable para cualquier fuerza invasora.
El esquema es sencillo en teoría:
1. La FANB enfrenta en primera instancia a las fuerzas extranjeras.
2. En caso de que la invasión logre ocupar territorios, las milicias bolivarianas y colectivos armados actuarían como guerrilla urbana y rural.
3. El territorio se fragmentaría en focos de resistencia, haciendo imposible la consolidación del dominio enemigo.
En este sentido, el llamado a la “República en Armas” pretende funcionar como un disuasivo estratégico: advertir que una intervención en Venezuela no sería una guerra convencional de corta duración, sino un conflicto prolongado con costos humanos y políticos elevados para el invasor.
La dimensión política: soberanía y cohesión interna
Más allá de lo militar, el discurso sobre la “República en Armas” cumple una función política central. Reafirma la narrativa de soberanía, antiimperialismo y continuidad bolivariana que ha caracterizado al chavismo. Al mismo tiempo, refuerza el papel de las milicias y colectivos, presentándolos no como actores paralelos, sino como parte esencial de la defensa nacional.
En el plano interno, esta retórica también opera como herramienta de cohesión: sitúa al gobierno como guardián de la patria y presenta a la oposición como potencial colaboracionista de una agresión extranjera. De esta forma, la “República en Armas” no solo es una doctrina defensiva, sino también un recurso para delimitar las fronteras de legitimidad política dentro del país.
Límites y tensiones
No obstante, la viabilidad de este planteamiento enfrenta limitaciones significativas. Si bien la evocación de Bolívar aporta legitimidad histórica, la realidad contemporánea difiere sustancialmente de las guerras de independencia del siglo XIX. La correlación tecnológica, logística y social hace improbable que un país con problemas estructurales pueda sostener indefinidamente una guerra popular de resistencia, de manera que se entiende la República en Armas como un “todo o nada”.
La “República en Armas” es, más que una estructura institucional, un constructo ideológico y estratégico que conjuga la herencia bolivariana con la doctrina moderna de la guerra popular prolongada. Su fuerza radica en el plano simbólico: proyecta a Venezuela como heredera de la resistencia bolivariana, dispuesta a convertir la defensa de la soberanía en una lucha colectiva. Bolívar concibió la guerra popular como condición indispensable para alcanzar la independencia frente al dominio colonial. Maduro retoma esa tradición para situarla en el presente: como garantía de supervivencia de la nación ante una eventual intervención extranjera.
En suma, el concepto es tanto un acto de memoria histórica como un recurso político de supervivencia, que muestra cómo el chavismo articula pasado y presente para construir un relato de resistencia nacional frente a amenazas externas.