Análisis
¿Quién es Zohran Mamdani, el socialista que fue electo alcalde de Nueva York?
Su historia encarna la globalización cultural de las nuevas élites progresistas. Construyó un discurso sobre una mezcla de identidad, activismo y crítica al capitalismo que lo catapultó hasta el despacho más poderoso de la ciudad
5 de noviembre, 2025
Por: Polianalítica
La elección de Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York marca un punto de inflexión en la política estadounidense. Nacido en Kampala, Uganda, en 1991, es hijo del académico Mahmood Mamdani y de la cineasta Mira Nair, su historia encarna la globalización cultural de las nuevas élites progresistas. Formado en el Bowdoin College y criado en Queens, Mamdani ha construido su discurso sobre una mezcla de identidad, activismo y crítica al capitalismo que lo catapultó desde la Asamblea Estatal hasta el despacho más poderoso de la ciudad.
Su autodefinición como socialista democrático no es anecdótica, constituye el núcleo de su narrativa política. Inspirado por figuras como Bernie Sanders y por la Democratic Socialists of America (DSA), Mamdani defiende que el Estado debe intervenir directamente en la economía, congelar los alquileres, ofrecer transporte gratuito y crear supermercados públicos. Para sus seguidores, representa una respuesta moral a la desigualdad. Pero para sus críticos, entre ellos economistas, empresarios y votantes moderados, su agenda encierra una peligrosa ilusión, la creencia de que la prosperidad puede sostenerse expandiendo indefinidamente el gasto público y debilitando la inversión privada.
Nueva York, una ciudad cuyo dinamismo depende del espíritu emprendedor y del capital global, podría ser el peor laboratorio para un experimento socialista. Congelar rentas y gravar con impuestos excesivos a las empresas podría frenar el desarrollo, reducir la recaudación y ahuyentar empleos, replicando errores que en otras partes del mundo han terminado erosionando la clase media. A corto plazo, las medidas pueden parecer compasivas, a largo plazo, suelen ser insostenibles.
La relación tensa entre Mamdani y Donald Trump refleja este choque de visiones. Trump lo llamó “lunático comunista”, una exageración típica del presidente, pero que evidencia un temor más amplio, que las ciudades progresistas se conviertan en centros de políticas anti-mercado desconectadas de la realidad económica nacional. Mamdani respondió acusando a Trump de “atacar a la clase trabajadora”, aunque sus propias propuestas, según analistas, podrían terminar golpeando justamente a ese sector mediante inflación, fuga de empresas y pérdida de inversión.
Más allá de las etiquetas, el ascenso de Mamdani plantea una pregunta de fondo ¿Puede el socialismo democrático gobernar sin destruir el motor económico que financia sus ideales? Nueva York, con su diversidad, su riqueza y sus profundas desigualdades, será la prueba definitiva. Si su proyecto fracasa, no sólo afectará a una ciudad: reavivará el debate sobre los límites del intervencionismo estatal en una democracia que, a pesar de sus defectos, ha prosperado gracias a la libertad económica.