Análisis
Maduro se atrinchera con la Iglesia Evangélica para clamar a Dios ante las amenazas de EEUU
El mandatario reunió a líderes evangélicos en Miraflores para proclamar a Jesús como guía de Venezuela, mezclar fe y política, y reafirmar la unidad espiritual del país en un contexto de tensiones internacionales y debates sobre laicidad
20 de noviembre, 2025
Por: Polianalítica
En medio del contexto de agresión y amenaza que vive el país, el presidente Nicolás Maduro volvió a convocar el pasado martes 18 de noviembre a la Iglesia Evangélica para declarar a Jesús, hijo de Dios, como protector de Venezuela y para elevar oraciones por la paz nacional. Durante el encuentro con distintos pastores, el mandatario afirmó que Venezuela atraviesa una “guerra espiritual” y que, frente a cualquier dificultad, decide poner a Dios por delante. Su mensaje buscó resaltar que la fe y la unidad espiritual siguen siendo pilares importantes para el pueblo venezolano, una sociedad pacífica, no violenta y creyente.
En el acto, celebrado en el Palacio de Miraflores y transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), participaron pastores evangélicos, la primera dama, Cilia Flores, así como el diputado y vicepresidente de Asuntos Religiosos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente. “Sepan que este palacio presidencial, verdaderamente, es el palacio del pueblo y a partir de hoy es un altar para glorificar a Dios, para que el pueblo glorifique a Dios, un gran altar de oración y de fuerza”, señaló Maduro en el denominado ‘Encuentro Binacional de Oración por la Paz’.
Esta convocatoria se suma a otros momentos en los que el presidente ha recurrido a las iglesias cristianas, especialmente a las evangélicas, como una de las organizaciones religiosas con las que siente mayor cercanía y confianza. En distintas coyunturas, estas iglesias han tenido un papel activo en acompañar a comunidades, liderar actividades sociales y promover espacios de oración, lo cual ha fortalecido su presencia en el país.
En un acto cargado de simbolismo religioso y político, el presidente dio lectura pública a un manifiesto en el que proclamó solemnemente a Jesucristo como “Señor y dueño absoluto” de Venezuela, una declaración que resonó con fuerza entre los asistentes y que inmediatamente generó reacciones en distintos sectores del país y del exterior.
Durante su intervención, el mandatario hizo especial énfasis en que, si bien la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, promulgada en 1999, consagra de manera explícita la libertad de culto y de conciencia como un derecho fundamental de todos los venezolanos, independientemente de su credo, él, en su doble condición de ciudadano común y de jefe de Estado, ha decidido asumir una postura personal mucho más comprometida y, según sus propias palabras, «radical» con la fe cristiana. “Yo me radicalizo con Cristo”, afirmó con contundencia, marcando una línea que separa el ejercicio institucional del Estado laico del convencimiento íntimo y público que profesa como individuo y como máxima autoridad del país.
En ese mismo manifiesto, reiteró su reconocimiento exclusivo al Dios trinitario de la tradición cristiana: “Solo reconozco al único Dios real y verdadero, al único que adoro, al único que honro y al único que seguiré sirviendo: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que ha protegido y que protegerá eternamente a nuestra amada patria venezolana”, declaró con voz firme, provocando aplausos entre los presentes.
Cabe destacar que este pronunciamiento se produce en un contexto en el que el propio mandatario ha defendido repetidamente la necesidad de mantener canales de diálogo y vías diplomáticas abiertas con el gobierno de Estados Unidos, incluso en medio de tensiones históricas y sanciones internacionales, lo que añade un elemento particular a su discurso: combina una profesión de fe profundamente personal y evangélica con la promoción de la reconciliación y el entendimiento entre naciones.
De esta manera, el presidente volvió a colocar la dimensión espiritual en el centro del debate público nacional, generando interpretaciones que van desde quienes ven en sus palabras un legítimo ejercicio de libertad religiosa hasta quienes advierten posibles tensiones con el principio de separación entre Iglesia y Estado en una república constitucionalmente laica.
En el encuentro asistieron importantes líderes cristianos, entre ellos Betzabeth Zárraga, reconocida por su trabajo pastoral y por su participación en actividades religiosas de alcance comunitario. Su presencia, junto con la de otros pastores, reforzó el carácter ecuménico del evento y el interés del Gobierno en mantener un vínculo directo con estas comunidades de fe.
Por otra parte, destacó también la participación de Nicolás Maduro Guerra, quien ha asumido dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) responsabilidades vinculadas a temas religiosos. Su rol ha sido el de servir como puente entre las organizaciones cristianas y las estructuras políticas y sociales, facilitando encuentros, jornadas de oración y espacios de diálogo con distintos líderes espirituales del país. Su presencia en estas actividades busca reforzar la idea de que el ámbito religioso forma parte importante del trabajo social y comunitario dentro del partido.
La iglesia Cristiana Evangélica representa una fuerza importante en la sociedad venezolana, con un crecimiento notable en los últimos años. Según encuestas recientes, como la de Latinobarómetro de 2023, alrededor del 31% de los venezolanos se identifican como evangélicos, lo que los convierte en un grupo significativo junto al 63% de católicos. Esta presencia se extiende por todo el territorio: desde barrios populares en Caracas hasta pueblos remotos, caseríos rurales y ciudades del interior. Las iglesias evangélicas tienen comunidades activas que ofrecen apoyo espiritual, social y emocional a miles de familias, fortaleciendo el tejido social en tiempos difíciles.
En conjunto, este tipo de reuniones refleja la intención del Gobierno de mantener la comunicación con las iglesias evangélicas, reconociendo su crecimiento, su impacto en las comunidades y su influencia en la vida cotidiana de millones de venezolanos. Al convocarlas nuevamente, el presidente envía un mensaje de unidad espiritual y de búsqueda de apoyo mutuo en tiempos de desafíos que califica de “guerra espiritual”, resaltando el papel de la fe como elemento central para muchas familias y comunidades en todo el territorio nacional.