miércoles, 13 de agosto de 2025
Análisis
Bukele aprovecha su popularidad para eternizarse en el poder en El Salvador
El mandatario con un control sin precedentes sobre el Congreso y otras instituciones, tiene ahora la vía libre para perpetuarse en el poder, respaldado por una ciudadanía que valora los resultados en seguridad por encima de las preocupaciones democráticas
4 de agosto, 2025
Por: Polianalítica
Nayib Bukele, presidente de El Salvador desde 2019, ha transformado la política del país centroamericano con una popularidad sin precedentes, impulsada por su dura campaña contra las pandillas y su estilo de liderazgo carismático. En julio de 2025, el Congreso salvadoreño, dominado por el partido Nuevas Ideas, aprobó una reforma constitucional que elimina los límites a la reelección presidencial, permitiendo a Bukele postularse indefinidamente. Este cambio, que también extiende el mandato presidencial de cinco a seis años, ha generado un intenso debate sobre el futuro de la democracia en El Salvador. ¿Es esta reforma un paso hacia el fortalecimiento democrático o un retroceso democrático?

Nayib Bukele, es un expublicista de 44 años, irrumpió en la política con un discurso antisistema, rompiendo el dominio bipartidista de ARENA y el FMLN. Tras ser expulsado del FMLN en 2017, fundó Nuevas Ideas, un partido que capitalizó el descontento popular con la corrupción y la inseguridad. En 2019, Bukele ganó la presidencia con el 53% de los votos, y en 2024 logró una reelección abrumadora con el 85%, a pesar de que la Constitución prohibía la reelección consecutiva. Su partido consolidó una mayoría en el Congreso, obteniendo 54 de 60 escaños en 2024, lo que le otorgó un control casi absoluto sobre las instituciones del país.

Este dominio político se vio reforzado por acciones previas, como la remoción en 2021 de magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema, reemplazados por jueces afines a Bukele. En ese mismo año, la Corte reinterpretó la Constitución para permitir la reelección inmediata, allanando el camino para los cambios actuales.

El 31 de julio de 2025, el Congreso salvadoreño, liderado por el partido Nuevas Ideas, aprobó con 57 votos a favor y 3 en contra una serie de enmiendas constitucionales que transforman el sistema político del país. Las reformas eliminan los límites a la reelección presidencial, permiten mandatos de seis años en lugar de cinco y sincronizan las elecciones presidenciales y legislativas para 2027, acortando el actual mandato de Bukele en dos años. Además, se eliminó la segunda vuelta electoral, consolidando aún más el poder del partido ganador.

La rapidez con la que se aprobaron las reformas, justo antes de las vacaciones de verano y sin un debate público amplio, ha sido criticada como una maniobra para evitar el escrutinio.

La popularidad de Bukele se basa en su exitosa campaña contra las pandillas, que redujo la tasa de homicidios a 1.9 por cada 100,000 habitantes en 2024, una de las más bajas de América. Su "estado de excepción", iniciado en 2022, permitió la detención de más de 88,000 personas, aunque grupos de DDHH denuncian arrestos arbitrarios, torturas y más de 400 muertes en custodia. Para muchos salvadoreños, la seguridad lograda justifica estas medidas, lo que explica el apoyo al mandatario, incluso frente a acusaciones de autoritarismo.

Sin embargo, las reformas han encendido alarmas entre opositores y organizaciones internacionales. La legisladora Marcela Villatoro, de ARENA, afirmó que "la democracia en El Salvador ha muerto", señalando que la reelección indefinida concentra el poder y fomenta el clientelismo. Noah Bullock, de la organización Cristosal, calificó el proceso como un paso hacia el autoritarismo, comparándolo con el camino de líderes como Daniel Ortega en Nicaragua. Human Rights Watch y otros grupos advierten que El Salvador podría estar siguiendo el modelo de Venezuela, donde la concentración de poder ha erosionado las instituciones democráticas.

Por otro lado, los defensores de Bukele argumentan que las reformas reflejan la voluntad popular y garantizan estabilidad para continuar su proyecto de transformación. El presidente, quien se ha autoproclamado "el dictador más cool del mundo", ha desestimado las críticas internacionales, afirmando que prefiere ser llamado dictador a permitir que las pandillas recuperen el control. Su alianza con líderes como Trump, con quien ha colaborado en políticas migratorias, también refuerza su posición internacional.

La eliminación de los límites a la reelección presidencial marca un punto de inflexión en la historia política de El Salvador. Nayib Bukele, con un control sin precedentes sobre el Congreso y otras instituciones, tiene ahora la vía libre para perpetuarse en el poder, respaldado por una ciudadanía que valora los resultados en seguridad por encima de las preocupaciones democráticas. Sin embargo, el costo de este modelo, plantea preguntas sobre la sostenibilidad de su liderazgo a largo plazo. ¿Podrá Bukele equilibrar su popularidad con las demandas de una democracia funcional, o seguirá El Salvador el camino de otros regímenes autoritarios en la región? El futuro del país dependerá de cómo se gestionen estos desafíos en los próximos años.
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