martes, 2 de septiembre de 2025
Análisis
¿Por qué Rusia ya ganó la guerra en Ucrania?
Estados como la Federación de Rusia no son rectores del Sistema Internacional por una suerte del destino, sino por la instrumentación de sus realidades
29 de agosto, 2025
Por: Polianalítica
Pasados tres años y medio de conflicto entre Rusia y Ucrania, son cada vez menos las voces que argumentan como Volodímir Zelenski logrará derrotar a Vladimir Putin, un conflicto, que de no haber tenido la cizaña de Joe Biden, al aupar la guerra contra el Kremlin, hubiese evitado reafirmar hoy día que Moscú ganó, e incluso, mucho antes de haberse iniciado las hostilidades entre ambos países, alimentado una contienda bélica, más por la imprudencia y el juego miope de quienes no parecen saber nada de Política Exterior y del juego que ejercen las potencias cuando son amenazadas.

Esta victoria, cantada mucho antes de que se declare oficial, y que quizás sirva para que en Occidente se hable como la mayor hazaña de Donald Trump, cuando se logre, no es más que la reafirmación estratégica, geopolítica e histórica de varios frentes donde pasado, presente y futuro parecen conjugarse para demostrar que Estados como la Federación de Rusia no son rectores del Sistema Internacional por una suerte del destino, sino por la instrumentación de sus realidades, porque solo quien se conoce a sí mismo es capaz de liberarse de ataduras propias como la de extraños, demostrando que la profecía de que una tercera Roma no caerá, es verdad.

Pero para no abordar el pasado glorioso de Rusia, sino de los hechos más puntuales que ya habían sentenciado su triunfo, la anexión exitosa de Crimea en 2014 y el control -sólido-, del Donbás, es el primer elemento a considerar, y que ayudó a Rusia a reforzar su salida del mar de Azov al mar Negro, sin oposición militar ni consecuencias internacionales severas que la obligaran a echar atrás su avance, allí, la base naval de Sebastopol se erige como la cuna del poder naval ruso, para conquistar el mediterráneo a través del paso que ofrece Turquía, este hecho dio soporte para dominar Donetsk y Luhansk en Ucrania.

El segundo incidente viene a ser el poderoso veto que ejerce Rusia sobre la política exterior ucraniana, logrando que Kiev no se uniera a la OTAN y estuviese alineada irrevocablemente con Occidente, aprovechando que Crimea fue el vehículo, dado que el Tratado del Atlántico Norte es muy claro al sostener que no hay anexión a la alianza con Estados que mantengan disputas territoriales activas, para evitar que los miembros sean arrasados a la defensa colectiva de pugnas que no competen en su eje de acción; de allí que Rusia fue audaz y logró siempre estar un paso adelante de cualquier jugada en contra, esto, como si Maquiavelo hubiese asesorado el movimiento del zarato asentado en Moscú.

Pero también vale decir que, la influencia rusa, bajo vínculos culturales e históricos dio sentido a su brillante proyección, porque la composición ucraniana de rusos étnicos y rusos parlantes, permitió la división del país firmemente determinada en una parte oriental y otra occidental, de forma casi irreconciliable, quebrando el sentido de unidad nacional, y que precisamente es el reclamo actual, en lo que queda de su parlamento, por como en tres años y medio, Zelenski dejó que territorio, población, identidad y monopolio legítimo de la violencia, desaparecieran, al punto que su soberanía, en términos de toma de decisiones quedase en manos de Europa Occidental.

Sobre lo dicho, propios y extraños voltean sus miradas para no dar razón de que en toma de decisiones Zelenski reprobó, simple y llanamente porque un Estado pequeño no puede meterse con un Estado grande, jamás tendrán el mismo potencial de Poder, a menos que sus capacidades sean nucleares, y en este caso, ese poder de veto -indirecto- de Rusia, dominando los movimientos de política exterior de Ucrania, es pieza clave en el dilema que ha vivido Kiev, y que ni la errática administración Biden, ni parte de Europa quisieron entender.

Un tercer elemento de la victoria rusa, es que Vladimir Putin, logró reafirmar el manejo de poder, siendo la base de su hegemonía en el espacio postsoviético, como área de influencia natural y directa en la que disuadir se da por naturaleza o la implementación de la fuerza, de forma fáctica y rápida, quizás con el aliciente de ser una garantía de impunidad, pero que en la esencia de las potencias es la parte impura que recubre el alma de su grandeza, para parafrasear a José Enrique Rodó, y que ha llevado a la federación a pasar por encima de sanciones, sin cambio de rumbo, comportamiento de sus dirigentes, ni de su determinación, abonado por la continua percepción de debilidad con la que Europa se mira a sí misma, lo que reforzó la tracción política de Moscú.

El cuarto elemento, y quizás, el que se suele considerarse en primer orden, es decir, la narrativa histórica y cultural, ayudó a Rusia a soldar la identidad común entre Kiev y Moscú, con aquello de ser “un solo pueblo”, la argumentación de que Ucrania es un Estado artificial que rompe con la concepción histórica de Rusia y todas las Rusias, fue entonces el caldo de cultivo para el despliegue de una concepción de acciones en nombre de una operación especial para “desnazificar” y “desmilitarizar” un gobierno ilegítimo que oprimía a rusos étnicos y parlantes.

Así, Ucrania, enfrentando ocho años antes, cargas económicas y humanitarias para intentar recuperar Crimea, debilitamiento interno, crisis por migrantes y desplazados, y una incorregible descomposición política que dificultó la consolidación de instituciones democráticas, fue el epicentro de erradas acciones que impidieron reformas efectivas para ayudar al Estado a evitar su vulnerabilidad, lo que aprovechó Rusia en el golpe final de ganar mucho antes de la guerra, y que frente a todo esto, Zelenski tiene hoy día solo un camino, reconocer como diría Foucault, que la política es la continuación de la guerra por otros medios, y aceptar que perdió siempre.
Ver en Instagram

Polianalítica (@ Polianalítica ) • Instagram photos and videos

Síguenos
Conéctate con nosotros a través de nuestras redes sociales