. Parece el lugar ideal para alguien, que no hablaba inglés y no conoce a nadie.
Doral es uno de los 34 municipios del condado de Miami-Dade, con una población de 79.359 habitantes en 2023, de los cuales 32,3% era de origen venezolano, según la encuesta anual del Censo de Estados Unidos.
La palabra Doral combina los nombres de Doris y Alfred Kaskel, una pareja de migrantes polacos judíos que invertía en bienes raíces y compró un extenso terreno, a finales de la década de 1950, para construir un campo de golf y un hotel desde donde luego creció la ciudad.
Los Kaskel inauguraron el Doral Hotel and Country Club en 1962. Dos años después, esta propiedad hospedó el Doral Open Invitational, el campeonato de golf profesional más importante de Florida.
En 2012, Trump compró el club por US$150 millones y lo convirtió en el Trump National Doral Golf Club, que no sólo alberga torneos internacionales sino que recibe al mandatario cuando visita sus propiedades en Florida.
La ciudad ha figurado en la lista de las ciudades más pujantes de Florida e incluso de Estados Unidos, una posición reforzada por la inversión de un empresario como Trump.
Entre 2002 y 2014, la economía local creció 21% mientras que la tasa de empleo aumentó 2,6 veces más rápido que el resto del condado de Miami-Dade, indica un estudio de la Universidad Internacional de Florida.
En 2017, Doral conquistó el hito de ser la ciudad de más rápido crecimiento de Florida y la undécima del país, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos. Uno de los factores que ha influido en este crecimiento es su cercanía con el Aeropuerto Internacional de Miami.
Y en
esa expansión tuvo mucho que ver la creciente población de origen venezolano, que acumula un estimado de 903.000 personas en EEUU, de acuerdo al censo de 2021, y
es el grupo hispano que creció más rápidamente en los últimos años, con un aumento de 181,5% entre 2010 y 2020.
Este período coincide con la llamada emergencia humanitaria en Venezuela,
en la que 7,9 millones de personas emigraron del país debido a la crisis económica, el colapso de los servicios públicos y la violencia, de acuerdo con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados.
Los venezolanos que emigraron a Doral buscaban aprovechar la conexión que siempre hubo entre Venezuela y Miami.
"Hemos visto diferentes olas de migrantes en Doral", asegura Christi Fraga, alcaldesa de la ciudad. Descendiente de una familia cubana, Fraga observa un patrón que se repite entre los migrantes venezolanos y cubanos: cuando la situación en sus países de origen se agrava, aumenta la llegada de migrantes a Doral.
"Al principio, los venezolanos que emigraron fueron los que estuvieron en contra del gobierno de Chávez, empresarios que querían sacar sus inversiones y traerlas a Estados Unidos", dice Fraga. "Pero en los últimos años vimos personas que no tenían recursos y arriesgaron todo para venir, hasta sus propias vidas. Eso realmente pone un estrés en los recursos de cada ciudad, en la infraestructura, en los colegios. La migración es un tema muy sensible", dijo.
Frank Carreño, quien fue presidente de la Cámara Venezolana Americana de Comercio, ha presenciado ese proceso desde que llegó a Doral en el año 2003.
"Al principio esto era monte y culebra, estaba prácticamente despoblado. Lo que había era grandes extensiones de terreno con vacas y dos calles principales", recuerda sentado en una mesa en El Arepazo, un restaurante de comida venezolana que sirve como punto de referencia en Doral. "Los venezolanos cabíamos todos en El Arepazo, pero la comunidad fue creciendo en la medida en que Venezuela se complicaba política, económica y socialmente. La gente se frotaba las manos porque eso significaba que iban a venir más inversionistas y más dinero", explicó.
Cuando Carreño regresaba a Venezuela de visita entre 2004 y 2008, sus conocidos le decían:
"¿A qué me voy a ir yo a Miami? ¿A limpiar piscinas o a limpiar pocetas?". Esa perspectiva cambió.
"A partir de 2017, la gente me decía: 'Yo quiero irme a Miami, así sea a limpiar piscinas o a limpiar pocetas”. Desde entonces, empezó a venir una ola migratoria que era más fuerza laboral, gente que venía dispuesta a trabajar en lo que fuese".
En 2012, los habitantes de Doral eligieron al empresario Luigi Boria como el primer alcalde de origen venezolano de Estados Unidos.
Entre antiguos empresarios y nuevos emprendedores,
la comunidad de Doral supone 40% de los afiliados de la cámara que Carreño preside y agrupa a un variado portafolio de compañías: desde bancos y restaurantes hasta locales de envíos y academias de artes marciales.
Durante el gobierno de Joe Biden, la entrada irregular de migrantes por la frontera sur de Estados Unidos alcanzó niveles históricos y muchos de ellos fueron venezolanos que recibieron medidas migratorias especiales por las condiciones en Venezuela, como el Estatus de Protección Temporal (TPS) o permisos humanitarios (parole).
Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de iniciar las deportaciones con los migrantes indocumentados que tuvieran antecedentes criminales. Y convenció a sus
"vecinos" de Doral:
ganó con alrededor de 60% de los votos en los precintos electorales de la ciudad, según cifras del condado de Miami-Dade.
Lo que resultó inesperado en "Doralzuela" fue que el esfuerzo por expulsar a los migrantes se enfocara en los venezolanos, especialmente en los beneficiarios de TPS y parole, así como la insistencia del gobierno de Trump en asociar a los migrantes venezolanos con la peligrosa banda de crimen organizado Tren de Aragua.
"Voté por Trump pensando que nos iba a ayudar a salir del gobierno de Maduro y resulta que ahora negocia con él y ataca a los venezolanos", dijo una residente de Doral.
La alcaldesa de Doral,
Christi Fraga, reconoce que aprobar la reciente colaboración de la policía de la ciudad con las autoridades migratorias para ejecutar redadas contra los migrantes supuso un dilema.
"Definitivamente sentimos una contradicción", advierte Fraga. "Necesitamos proteger a una comunidad que sabemos que no son los criminales, pero tenemos la obligación de seguir las leyes y las órdenes federales", dijo.
Fraga asegura que Trump "conoce súper bien" a los venezolanos de Doral, vecinos de su campo de golf.
"Él sabe que hubo una gran comunidad que lo apoyó" en las elecciones presidenciales.
Durante los seis meses que
Trump ha estado al frente de la Casa Blanca, su gobierno
eliminó el TPS, que protegía de la deportación a unos 600.000 venezolanos,
y ordenó revocar el parole humanitario a 532.000 migrantes.
Decenas de venezolanos fueron deportados a su país tras ser recluidos en la base naval de Guantánamo,
mientras que otros llevan meses detenidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, una cárcel de máxima seguridad creada para detener a pandilleros en El Salvador. Estas medidas fueron adoptadas bajo la Ley de Enemigos Extranjeros.
En su medida más reciente, a principios de junio,
Trump ordenó restringir parcialmente la entrada de venezolanos a Estados Unidos, como parte de una prohibición de viajes que afecta a 19 nacionalidades.
Aunque varias de estas decisiones han sido desafiadas en las cortes y los jueces han fallado contra el gobierno, sembraron el miedo entre los residentes de Doral.
"Muchos venezolanos posiblemente no tengan estatus, pero se reinventaron y levantaron un negocio e hicieron de Doral lo que es hoy", dice Helene Villalonga, activista por los derechos de los migrantes.
En Doral conviven venezolanos con todo tipo de estatus migratorios.
Aunque en principio los ciudadanos y residentes permanentes no estarían en riesgo, varios venezolanos dijeron que prefieren no salir de Estados Unidos, para evitarse problemas al llegar al aeropuerto.
Frente a la posibilidad de que las medidas se agraven, muchos se hacen la misma pregunta:
"¿A dónde nos vamos si no podemos volver a Venezuela?".
En 2023, casi el 59% de los habitantes de Doral disponían de ciudadanía, una tasa inferior al 78,4% de los habitantes del condado de Miami-Dade o del 93,4% en el resto del país, reportó el portal independiente de análisis de datos Data USA.