La relación entre el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es una combinación entre tensión y complejidad adherida a intereses económicos y migratorios que obliga a promover un marco mínimo para el entendimiento. La noción de “necesidad” en materia energética en ambas naciones está presente, no con el mismo nivel de importancia o de incidencia en cada país, pero sí bajo la misma relevancia estratégica. Tanto Maduro como Biden se han enfrentado en múltiples ocasiones por temas como la crisis humanitaria en Venezuela, la promoción y defensa de los derechos humanos, las sanciones económicas, temas de seguridad y soberanía, así como por diferencias de perspectivas en asuntos geopolíticos y relaciones con aliados internacionales.
La administración de Biden ha instado a Maduro a liberar a todos los prisioneros políticos, respetar la libertad de expresión y promover la habilitación política de líderes de la oposición venezolana para que puedan reconocerse los procesos electorales como competitivos y transparentes. Además, ha mantenido un enfoque menos severo en el régimen de sanciones, promoviendo flexibilizaciones a través de licencias otorgadas por el Departamento del Tesoro de EE.UU. como incentivos para el gobierno venezolano. Por su parte, Maduro ha liberado ciudadanos norteamericanos, ha habilitado a algunos políticos de un sector de la oposición no alineada a la Plataforma Unitaria Democrática y ha negado las acusaciones de Estados Unidos en relación a la violación de derechos humanos y ha señalado que son parte de una campaña mediática para deslegitimar su gobierno, denunciado las injerencias externas en los asuntos internos del país.
Ambos mandatarios han expresado su voluntad de dialogar bajo ciertas condiciones, reconociendo la importancia de encontrar una solución política y negociada a la crisis venezolana. Existen puntos de interés común que podrían propiciar el entendimiento entre ambos gobiernos. Por esta razón, la administración de Biden ha sido severamente cuestionada por el partido Republicano y un sector minoritario del partido Demócrata por acusarle de mantener una posición “blanda” hacia Maduro y promover su “reacomodo”.
Tanto Maduro como Biden tienen condiciones políticas que podrían verse comunes en su intención de mantenerse en el poder político:
- Ambos mandatarios van a la reelección este 2024.
- Tienen gestiones con altos niveles de cuestionamiento interno y externo.
- Ambos llegaron al poder en contextos de crisis de liderazgo político.
- Ambos tiene un enemigo común: Donald Trump, quien mantiene altas probabilidades de ser el contrincante de Biden en su carrera presidencial. Asimismo, es Trump quien simboliza un enfoque severo y duro hacia la administración de Maduro.
Por lo cual, descartar definitivamente los acercamientos entre ambos gobiernos no es totalmente visible en el horizonte ya que los dos países están a las puertas de un proceso electoral, siendo relevante sacarle el jugo político en ambas relaciones.